24 de febrero de 2013

La espera. Y el viento.

Las noches normales habían quedado atrás, la rutina, las películas... ese afán cineasta tan obsesivo, la lectura, la música. Había dejado atrás todas sus aficiones. No necesitaba dormir, con cuatro horas tenía suficiente para superar los obstáculos del día y la tarde, la noche la dedicaba a su mayor placer, él. Sólo necesitaba unos minutos para alimentar su cuerpo y pulir la piel, la imagen era importante, pero no necesitaba un gran esfuerzo por sacarle brillo a sus virtudes, aunque sólo fuera en superficie. Las noches se podían resumir en instantes de euforia, victorias y derrotas. Y el temor, temor a la espera de que se apagase la llama.

¿Su mayor miedo? La espera. Y el viento.

Ése día supo que no le vería. Eli bajaba todos los días por la avenida en dirección a la estación de trenes para ir a trabajar, siempre a la misma hora. Le daba igual tropezar o chocarse con alguien, siempre miraba hacia la carretera.

La primera vez que le vio casi la atropelló. Maldijo mil veces porque no se hubiera dado la oportunidad, e imagino mil situaciones en las que él la arrollaba y acababan en el suelo, él la ayudaba a levantarse y, de alguna forma u otra, el final siempre era delicioso.

A pesar de estar segura de que no le vería, le buscó. Costumbre. La lluvia le empapaba la cara, daba igual cómo colocase el paraguas. Maldito viento. Ya era mediados de abril, ¿por qué este tiempo?, deseaba que llegase el sol, los días de calor, las camisetas de tirantes, los shorts y los vestidos veraniegos. Cansada de sí misma, apartó la mirada de la carretera y se centró en dónde ponía los pies. Ya había pisado un charco y se le habían calado los dedos del pie, iba a quedarse así hasta la noche y eso iría empeorando su humor a lo largo de la tarde, una pulmonía es lo que necesitaba.

Pasó todo a cámara lenta ante sus ojos. El paraguas se escapó de su mano en una de las embestidas del viento, miró hacia atrás para ver cómo volaba unos quince metros hasta estamparse contra una bicicleta. El palo quedó colgando en el cuadro y la tela se enredó en la rueda delantera, propiciando a su conductor hacia el suelo sin darle tiempo a reaccionar. La inercia le hizo saltar por los aires, propiciarse contra el suelo y rodar hasta sus pies, Eli tan sólo se agachó y le cubrió con su cuerpo para evitar que la bicicleta le pasara por encima.

Cuánto lo siento...

A Eli no le salían más palabras que ésas. Había imaginado mil veces con aquello, su deseo se había cumplido, sin embargo ella no era capaz de reaccionar como lo había hecho en sus fantasías. Tal vez era porque él no paraba de sonreirle, porque no se habían soltado la mano desde que sucedió el accidente, o simplemente porque no creía en su suerte. 

23 de febrero de 2013


No tengo palabras para describir lo bonita que es,
lo mucho que la quiero.
Todos los días me hace feliz, me aparta de todo.
Ella no entiende de presión, angustia o agobio por los exámenes,
no sabe de dinero, corrupción ni egoísmo. 
Ella no habla.
 Es cariñosa, curiosa, inocente,
impaciente y glotona.
Con ella puedo estar sola y sentirme reconfortada.



"Mrrrrr mrrrr"

20 de febrero de 2013

Reseña. Las aventuras de Robin Hood ~ Howard Pyle


Título original: The Merry Adventures of Robin Hood
Autor: Howard Pyle
Editorial: Biblok
Año publicación: 2010
Número páginas: 319
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 978-84-937901-8-9
Precio: 1€


Como lo veis, por un euro adquirí este libro :3 fue durante mis vacaciones veraniegas en Madrid, unas amigas y yo paseábamos cuando vimos una librería con ofertas de todo tipo, y había un pequeño surtido de libros donde encontré esta preciosa edición de las Aventuras de Robin Hood, he visto muchas películas, pero nunca leí el libro, así que aproveché la oportunidad. La portada y las páginas son realmente preciosas, el libro tiene algunas ilustraciones y tiene un cordel para marcar la página.

SINOPSIS

Inglaterra, siglo XII; el rey Ricardo Corazón de León está en Tierra Santa, combatiendo en las Cruzadas, y el pueblo malvive sometido bajo la cruel férula del rey Juan sin Tierra y su ejército de recaudadores, bien organizado y armado para extraerle hasta la última gota de sangre. La única esperanza se llama Robert de Locksley, un joven arquero condenado a vivir fuera de la ley en el bosque de Sherwood. Robert lidera la banda de forajidos más temibles de la época, pero sólo los poderosos que cometen injusticias tienen algo que temer. Entre las voces del pueblo, la historia de este proscrito se convertirá en la leyenda de un héroe, la leyenda de Robin Hood.

     Opinión crítica personal      

Este libro es un precioso recopilatorio de las distintas aventuras que vivió Robin Hood, desde cómo conoció al Pequeño Juan, hasta el último de sus días, pasando por numerosas trifulcas y situaciones de las que logra salir airoso gracias a su ingenio. 

Durante varios minutos, Pequeño Juan permaneció inmóvil, pero por fin acostó con cuidado el cuerpo de su amigo, cruzándole las manos sobre el pecho y cubriéndole el rostro, y luego dio media vuelta y salió de la habitación sin decir una palabra ni hacer sonido alguno.

Las historias son realmente divertidas y curiosas, en ellas conocemos en muchos aspectos a nuestro héroe, cómo llegó a convertirse en Robin Hood y cómo se fueron uniendo todos los bandidos en el bosque de Sherwood hasta formar una gran familia. El vocabulario es ideal, sin demasiada floritura que lo cargue y haga las frases eternas, pero con ese deje antiguo y encantador de la época.

Hay multitud de personajes a lo largo del libro, los principales aparecen en casi todas las historias, otros en cambio aparecen de vez en cuando o sólo son mencionados una vez.

En lugar de capítulos, el libro se divide en los relatos de las distintas aventuras de Robin, algunas más largas que otras, pero todas suponen un cambio, pues muchas no tienen relación entre sí. Hacen del libro una lectura muy ligera.

Me encantó el final. Además de ser un clásico que recomiendo a todos leer, pues no cuesta trabajo alguno y que muy a menudo me ha arrancado una carcajada, pues las ocurrencias del Pequeño Juan son dignas de mención, es un libro precioso, también es capaz de arrancarnos una lagrimita. Tiene unas páginas exquisitas, elegantes y finas; y además las ilustraciones, que son magníficas.

No puedo decir nada malo de este libro, hubiera pagado más por él.


Puntuación: 11/12

¡Muy recomendable!

Besos

15 de febrero de 2013


8 de febrero de 2013

IV

- Dhan, esto es asqueroso - sacó la espada de la criatura y limpió la pringue verdosa en el matorral que tenía al lado - ¿No podemos entrenar con otra clase de bichos?

- ¡El resto de los bichos no son... AH! - esquivó el mordisco del burm justo a tiempo y lo ensartó contra el suelo, llenándose los pantalones y las botas de la sangre - Ugh, si que da asco. Pero es la única opción que tenemos, no querrás enfrentarte contra un oso pardo tú solo, ¿o ya te atreves? Además, estos bichos son bastante rápidos.

- Creo que no estoy preparado para esto... - el joven suspiró y se sentó en una roca - Matar bestias no es como matar personas, no creo que sea capaz de matar a un hombre y ver cómo la luz de su mirada se apaga por mi culpa.

Dhan le puso la mano en el hombro a su amigo - Allen, recuerda por qué estamos aquí, tenemos un hogar que proteger, un reino que recuperar. No pienso servir a los que han traído la muerte y la miseria a nuestra tierra.

- ¡Ni yo!, pero tal vez esto no sirva para nada. La Resistencia del Alba necesita verdaderos guerreros, no unos aficionados que sólo se enfrentan a burms salvajes.

- No te preocupes, ya he pensado en eso. Mañana nos iremos a Urben.

- ¿Urben? ¿Y qué se nos ha perdido a nosotros en esa ciudad de mercenarios? Allí sólo hay comercios y marineros borrachos.

- Deja que te cuente. Ayer fui a la alforja de Ernst para que afilase mi espada y me comentó que había llegado a Urben un maestro espadachín que va en busca de la Resistencia.

- Déjame adivinar... - Allen puso los ojos en blanco y sonrió.

- Eso es. Iremos con él.

3 de febrero de 2013

III

- ¡Niña! ¿Dónde está esa cerveza? ¡No tengo todo el día! - El soldado golpeó con fuerza la mesa de roble, haciendo temblar los vasos de toda la taberna.

Los llamaban los Oscuros, soldados y vasallos del Emperador Wern que habían minado hasta el último rincón de Vernalia con sus rutilantes armaduras teñidas de tizón y de la sangre de los resistentes.
Se habían instalado en los cuarteles o tomado posesión de algunas viviendas, tomando el control de todas las ciudades, exceptuando los pueblos más pequeños y aislados, del norte del reino. Habían cortado el paso de algunos caminos y restringido las rutas comerciales imponiendo impuestos en algunas zonas y a la entrada de las grandes ciudades. En los últimos 10 años la miseria se fue propagando por el reino, y con ella la debilidad y la desesperanza.

Lilly tragó con fuerza, pero la rabia se aferró a su garganta y se mordió el labio mientras llevaba la jarra de cerveza a la mesa.

- Aquí tiene - Lilly dejó la jarra en la mesa y se dio media vuelta, pero el soldado se levantó de un salto, la agarró por el brazo y la atrajo hacia sí.

- ¿Dónde te crees que vas? Estas no son formas de servir al Imperio - El soldado sacó una daga del cinto y se la puso en la mejilla - Si no eres capaz de ser más cortés, yo mismo te dibujaré una sonrisa en la cara.

Lilly notó un pequeño hilo de sangre correr por la comisura de sus labios, pero no se movió ni dijo nada. La taberna entera parecía contener la respiración, unos rezaban mientras otros espectaban la escena preguntándose qué sucedería.

- Aparta eso de mi cara.

- ¡¿CÓMO DIC...?!

Un ruido sordo llenó la taberna cuando el cuerpo del soldado cayó al suelo completamente inerte.

- ¡Maldita sea! - Tom, el tabernero, salió corriendo de la cocina y se agachó sobre el soldado - Lilly... lo has matado.

Lilly suspiró y se sentó en la silla en la que había estado el soldado. Todos en la taberna comenzaron a salir, dejando sus platos y sus bebidas frías sobre las mesas, temerosos de salir inculpados ante lo que habían presenciado.

- No pretendía matarle. Iba a matarme Tom, todos lo han visto...

- ¡No digas estupideces! Nadie va a testificar por ti y ellos no van a escuchar ni una palabra de lo que diga la gente de este pueblo, nadie podrá defenderte, tienes que irte de aquí ahora mismo - Se dirigió hacia la barra y abrió el armario de las especias, sacó todos los frascos y apartó una segunda tablilla, donde guardaba una bolsita de cuero. La cogió y volvió hacia donde estaba Lilly dejándole la bolsa en la mano - Llévate esto, no es mucho, pero te servirá para llegar hasta la próxima villa.

- No pienso dejarte.

- Esto no tardará en llenarse de soldados... ¡Y no voy a dejar que mi única hija muera a manos de esas bestias!

Lilly abrazó al viejo tabernero, una lágrima bajó por su mejilla pasando por el corte y produciéndole escozor. Tom la había acogido y protegido desde hacía 6 años cuando le ofreció trabajar en la taberna a cambio de alojamiento y comida, le profesaba cariño y respeto, pues era un buen hombre y había sido como un padre para ella.

- ¡Lilly, vete!

Con el corazón encogido, se dirigió a la puerta, le miró una última vez, y se fue.

Tres días más tarde Lilly se encontraba en la villa portuaria de Urden, en una pequeña habitación de una posada que podría costearse por 4 días si no encontraba un trabajo. Tom murió en la horca, acusado por homicidio contra el Imperio.