15 de agosto de 2013

Historia de Fin de Semana Finalizada

¡¡Hola lectores veraniegos!!

Os traigo la Historia de Fin de Semana en la que participé, desde el blog de Irene, Mi Rincón de los Libros, donde también podéis leerla e informaros de las normas. Podéis escribirle si queréis participar o empezar la historia.


Corre, corre, corre, corre… solo puedo repetirme lo mismo una y otra vez, no puedo permitirme el lujo de distraerme en otras cosas, no ahora, ahora que los tengo justo detrás. No sé cuánto tiempo llevo corriendo pero siento que las fuerzas empiezan a flaquearme. De pronto noto cómo una pequeña flecha pasa rozándome la oreja izquierda. Conozco esas flechas, claro que sí, las conozco demasiado, yo misma fabriqué cientos de ellas, por lo que sé de sobra que tengo que evitarlas a toda costa, a nadie le gustaría probar su veneno. Me agacho instintivamente y empiezo a desplazarme corriendo en zigzag. Según el plano tengo que estar cerca del lago, pero las dudas me asaltan de nuevo, ¿y si no hay ningún lago? ¿Y si todo nuestro esfuerzo está siendo en vano? ¡NO!
Corre, corre, corre, corre… estoy adentrándome cada vez más en el bosque, separo las ramas como puedo, pero muchas me golpean la cara sin compasión. Otra flecha me roza arrancándome un poco de pelo, pero solo me permito soltar un pequeño grito de dolor. Me aterroriza mirar atrás y sigo corriendo, aunque sé que no aguantaré mucho más, empiezo a ir más despacio, me cuelo tras un gran montículo y me detengo apoyando la espalda en la pared rocosa. Las arcadas empiezan a invadirme y apenas puedo respirar. Los oigo acercarse y miro a mi alrededor, solo hay árboles y una pendiente descendente. No puedo rendirme y comienzo a bajar de nuevo. En algún momento las piernas me fallan y me caigo dando vueltas, intento agarrarme pero solo consigo cortarme en una mano, cuando por fin me detengo me quedo inmóvil, aunque no por voluntad propia, simplemente me rindo, mi cuerpo no puede más y pienso, inevitablemente que es el fin.
Vamos, vamos, vamos… ahora no soy yo la que habla, no, definitivamente esa voz no proviene de mi cabeza. Mis sospechas se confirman cuando siento cómo me ayudan a levantarme unos delgados pero fuertes brazos y me dirigen a un gran agujero en el que me dejan caer, a duras penas contemplo cómo mi rescatador se mete a mi lado y pone sobre nosotros una tabla camuflada con todo tipo de hojas y ramas que nos hace invisibles al exterior.
—No hables ni respires —me susurra— ya vienen.
No se lo discuto, ni siquiera le contesto, solo intento ocultar el temblor de mis piernas cansadas y cierro los ojos esperando a que abran la trampa y nos descubran.
El tiempo se detuvo por completo. No sabía cuánto tiempo llevábamos ahí abajo, ¿10 segundos? ¿10 horas? el tiempo necesario para recuperar el aliento. No entraba ni un atisbo de luz, todo estaba tan oscuro que no podía ver a mi rescatador, pero el espacio que nos separaba era tan pequeño que podía sentir su pecho hincharse al respirar.
— Vamos fuera — dijo — ya se han ido.
Me ayudó a salir del agujero y subió detrás de mi. Entonces le vi, era muy joven. Tan sólo uno o dos años mayor que yo. Era muy alto y, aunque delgado, se apreciaba en sus brazos la fuerza y resistencia de un guerrero experimentado, lo que más llamaba la atención de su aspecto era su cabello gris que, alborotado  y junto a sus ojos negros, le daban un aspecto salvaje. Llevaba en su espalda un arco y un carjac de flechas, y en su cintura se  podían apreciar unas dagas enfundadas.
— ¿Quién eres?  — Le pregunté  — ¿Y por qué me has ayudado?
— No esperaba quejas al respecto  — Sus ojos se estrecharon para observarme  — Soy Phalantas, soy un guerrero del bosque. Y te he ayudado porque pensé que necesitabas ayuda.
— Guerrero del bosque… es la primera vez que lo escucho, ¿cuál es la ciudad de la que provienes?.
— No provengo de ninguna ciudad, el bosque es donde nací, es mi hogar.
Por lo que ella sabía, ese bosque estaba deshabitado, pero existían leyendas que hablaban de los guerreros  que custodiaban el lago y lo protegían de todo aquél que quisiera acercarse. Si alguien podía ayudarla a encontrar el lago, era él.
— ¡Si vives aquí tienes que saber dónde se encuentra el Lago de Plata!  — el rostro del guerrero se endurecía mientras hablaba  — Si sabes dónde está, tienes que ayudarme a llegar hasta él.
— No sé de qué lago me hablas, en este bosque no hay ningún lago.
No podía ser cierto. Llevaba viajando casi un año, preguntando a todos los aldeanos y juglares, en tabernas y posadas, buscando a alguien que me ayudase a encontrar el paradero del Lago de Plata. Cuenta la leyenda que el agua de este lago puede curar todos los malestares y enfermedades, del cuerpo y el alma, no importa de qué se trate. Hasta ahora pensé que estaba buscando una quimera, pero si los soldados reales trataban de detenerme significaba que tenía que ser cierto.
— Por favor Phalantas, sé que el Lago existe, tiene que ser real, algo dentro de mí me dice que es así. Y tengo que encontrarlo, porque si no lo hago, la vida de mi padre y la de los ciudadanos de la Ciudad de la Luz correrán un grave peligro.
Miré al guerrero a los ojos, no iba a arrodillarme ante él para pedirle ayuda. No iba a negar que la necesitaba a toda costa, pero con su ayuda o sin ella, encontraría el Lago. No podía rendirme ahora que estaba más cerca que nunca.
El guerrero parecía resistirse a soltar una palabra que pudiera darme algo de información para llegar a mi destino. Necesitaba ganarme su confianza pero no tenía tiempo para ello, mi familia, mi pueblo me necesitan, no dispongo de tiempo suficiente y no seré yo quien eche a perder un segundo de sus vidas.
Entonces cogí su mano, era musculosa y estaba surcada por unas arrugadas probablemente debidas al trabajo del bosque, me aferré a ella y eché a correr colina abajo, lo arrastré tras de mí hasta que se detuvo y me dijo:
- Veo que es muy importante para ti ayudar a los tuyos, es una muestra muy generosa, arriesgar tu vida ante los guerrero reales y envolverte en una aventura hacia el Lago de Plata, que ni siquiera sabes a ciencia cierta de su existencia. No seré yo quien te acompañe, a los habitantes del bosque se nos prohíbe dar cualquier tipo de información acerca de ese lugar, te indicaré el camino porque me has llegado al corazón, a cambio tu no podrás decirle a nadie que me has visto.
- Ven conmigo por favor, tu conoces el bosque mejor que nadie, no sé con que me puedo encontrar…
- Lo siento, sólo te daré un consejo, las apariencias engañan y más aquí dentro. Toma mi arco y mis flechas, podrán servirte de ayuda. Ahorra corre, corre y no te detengas, sigue la gran bola de fuego, ella te guiará. Si en algún momento necesitas mi ayuda, piensa con todas tus fuerzas en mí, apareceré a tu lado cuando no corramos peligro de ser descubiertos.
-No me das muchas tranquilidad
-No debes tenerla, no pierdas más tiempo, ¡vete! – me dijo Phalantas con firmeza
Me encamino sola hacia un lugar que no sé muy bien donde se encuentra, penetro las entrañas del bosque con cautela. No sé cuánto tiempo me queda, no sé si la Ciudad de la luz podrá seguir llamándose así o las catástrofes que allí pudieron suceder le cambiará el nombre. Aún así me queda un atisbo de esperanza, a pesar de haber malgastado 3 flechas en matar a una serpiente que pretendía estrangularme la pierna izquierda. La bola de fuego se ha apagado, mañana continuaré mi viaje.
Siento un calor que me atosiga y no me deja respirar, abro los ojos y siento una gran necesidad de beber algo, rápidamente me levanto para ir hacía el riachuelo junto al que me acosté. Pero al levantarme me doy cuenta , que no me encuentro en el mismo lugar donde ayer decidí parar a descansar. ¿Como he llegado aquí? ¿Donde estoy?. Empiezo a observar todo lo que hay a mi alrededor, sólo veo arboles, a unos pasos de mi encuentro un cuenco con agua y algo de fruta. Sigo mirando a mi alrededor, se que estoy buscando algo pero no se el que, tal vez a la persona que me ha llevado hasta allí. No encuentro nada, mi estomago gruñe y estoy sedienta, por lo que me decido a tomar lo que hay en el cuenco. Cuando estoy apunto de terminarme la fruta oigo como unos pasos se aproximan a mí, sin pensarlo un segundo agarro el arco y la flecha que están a mi derecha y me giro rápidamente, apunto a la persona que se acerca.
-¿Quién eres? ¿Que quieres de mi?
El hombre se queda quieto al ver la flecha y me sonríe. Creo escuchar que en un leve susurro a dicho “tranquila Milenia no voy ha hacerte nada”. No puede ser ¿como sabe mi nombre?. Observo  al hombre, tiene ojos marrones, no es muy alto, su pequeña cara esta adornada con numerosas arrugas y con una gran barba blanca, lleva puesto lo que parece ser una túnica.Le sigo apuntando con la flecha pera a pesar de eso el hombre no deja de sonreír.
-¿Como sabes mi nombre? ¿Por que me has traído hacía aquí?
- A lo largo de nuestra vida todas las personas tenemos miles de preguntas que pasan por nuestra cabeza, pero algunas deben quedarse sin respuesta. No puedo decirte quién soy, únicamente debes saber que he venido a ayudarte. Haré todo lo posible para que encuentres lo que buscas -respondió el hombre.
Poco a poco el brazo que sujetaba el arco comenzó a bajar, algo dentro de mi me decía que podía confiar en aquel hombre.
- Milenia llevas un año luchando por encontrar el Lago de plata, en este año has demostrado ser fuerte, decidida, luchadora pero sobre todo has demostrado ser una persona pura, una persona que es capaz de mover cielo y tierra para conseguir salvar a las personas que quiere, aunque con ello pongas en riesgo tu vida. En ningún momento has perdido la esperanza, ahora estas lista para continuar tu camino y llegar al Lago de plata, por fin has reunido todas las herramientas que hacen falta para poder llegar hacía el Lago. Ahora sólo queda que sigas el camino que tu corazón te marca, el te guiara hacía el lugar.
-¿Pero este bosque es enorme como sabre que voy por el camino correcto? ¿como sabré que es el lago de plata?
- Para que estés tranquila detrás de tu ti hay amuleto, cuando llegues al lago el amuleto te lo mostrara.
Rápidamente me di la vuelta, en el suelo encontré una pequeña cadena de la que colgaba una preciosa piedra azul, me volví a decirle al pequeño hombre que me acompañara. Pero junto a mi ya no había nadie, se había esfumado, a mi alrededor no estaban tampoco los cuencos, es que como si allí no hubiera pasado nada, como si todo hubiera sido una ilusión. Lo único que me quedaba era el pequeño colgante que sujetaba en mi mano derecha.
Nuevamente volvía a estar sola. Comencé mi camino, tras toda la tarde andando escuche el murmullo del agua caer, no me lo podía creer, no podía ser cierto. Corrí y corrí, y tras unos matorrales encontré un Lago, mi amuleto empezó a tomar un color grisáceo  no me lo podía creer era el Lago de plata. No cabía de alegría, me eche a llorar como una niña pequeña, por fin podría salvar a mi familia, por fin todo el sufrimiento habría acabado. Cogí varias cantimploras que llevaba y las llene, pesaban bastante, pero sabía que iba a ser la carga más dulce que en mi vida llevaría. Tome aire y comencé mi camino  de vuelta hacía la Ciudad de la luz, con una enorme sonrisa en mi cara.
A lo lejos detrás de unos matorrales se encontraban, dos personas con una gran sonrisa en la cara de satisfacción, un chico moreno y un hombre con barba blanca.
- Por fin lo ha conseguido, ahora podrá volver a tener un poco de la felicidad de la que perdió -dijo el hombre de la barba blanca.
-Si, ahora mi chica valiente podrá volver a lucir esa sonrisa tan preciosa que tiene -dijo el chico.
El hombre comenzó a reír.
- Todavía me acuerdo el día que la viste por primera vez y la bautizaste con ese nombre.
Tras perder de vista a Melania, el hombre y el chico se dieron la vuelta, mientras recordaban sucesos pasados. Y poco a poco se iban desvaneciendo a la vez que el sol dejaba paso a la luna.
Y tras ellos solo quedo un bosque en silencio y la luna que poco a poco empezaba a coger su lugar en el cielo.

Fin


Y aquí os dejo a las participantes y autoras de esta historia.


Espero que os haya gustado.
Como ya dije la vez anterior que participé, esta iniciativa me parece fantástica y espero que Irene cuente cuando quiera conmigo para ello.

¡Un beso!

7 comentarios:

  1. Es fácil imaginarse la situación gracias a tu forma de escribir, espero leer más cositas escritas por ti ^^

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    1. Muchas gracias, aunque hemos sido 4 escritoras :P un beso!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Y lo leí en el blog de Inma, y la verdad me ha parecido bastante original la historia, además al ser cortita se lee enseguida.
    Acabo de descubrir tu blog, me quedo por aquí
    Un beso enorme desde El baúl de Penélope

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  4. Hola guapa,acabo de conocerte gracias a youtubu,y me quedo,si quieres puedes pasar por mi blog.
    Besos ♥

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