Hoy he abierto los ojos.
Hace ya mucho desde la última vez que los abrí, coincidiendo en una calurosa noche de verano, estrellada en un cielo protegido con una capa de contaminación lumínica. Aquella vez no había mucho que ver.
Pero esta vez ha sido distinto. Hoy he visto a Uyulala, y el mundo entero ha cobrado sentido. Me he quedado ciega, he saboreado los colores, he tocado las vibraciones... y he escuchado la luz que emerge de los cuerpos. Eran escamosos, y podía percibir su brillo en el interior de mi mente, me hacían daño.
Y cuanto más miedo, más gozo. Todo mi ser se estremecía bajo los truenos y las llamaradas, el viento me hacía volar por los aires, me estampaba contra el agua. Y, en la más absoluta calma, bocanadas de aliento me columpiaban entre dientes de león.
Hoy he cerrado los ojos con el corazón en los labios. La espera hasta volver a verte será eterna.
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