19 de julio de 2012

Lo que sentí


Lo único que quedó de la noche fueron mis cabellos. Caídos, arrancados, como pequeñas muestras de pasión y movimiento. Los minutos ni siquiera podían verse, de lo veloces que corrían. Las horas sí que podían verse ir fugaces. 

De la misma forma en la que eclosiona una estrella, chocaban nuestras lenguas. Y qué lengua... 

¿Nunca te preguntaste cómo llegamos a sobrevivir? Luché contra mis peores fantasmas... Y llámame traidora, pero se estaban haciendo demasiado fuertes.

Paraste el mundo entero con un beso. 

Y a pesar de que temblaba como una condenada, no llegué a saber si era por frío, nervios o demasiada felicidad en un cuerpo tan pequeño.


Los fuegos no significaron nada para mi. Las luces del cielo sólo traían contaminación, estaban bañados por niebla naranja. Y el hielo, el frío caló tanto en mi carne, que de mis dedos chorreaba el agua. De lo húmeda que estaba. 
"Qué calor".

¿Desde cuándo la realidad supera a los sueños?
[¡¿ahora?!] me doy cuenta de que el placer existe de verdad... y no sólo ése placer.

Sopla, acaricia, suspira. Los labios y el aliento.

Ahora me voy, pero volveré.